Y sin disfrazarme de nada me pasan los días igual que a los demás. Ya veremos, si para entonces vemos, quién tiene razón.
Ha sonado el despertador, y arriba en una esquina pone mo, que en español quiere decir lu. Si no hubieran cambiado la hora, sería de día. Pero es de noche. Dicen que lo hacen por ahorrar energía. Yo enciendo la luz para no romperme algún hueso en pleno ahorro.
Siempre que salgo de la ducha no me reconozco en el espejo. Antes, cuando entré, juraría haberme visto. Ahora, empapado y con algo de frío a pesar de la toalla, no. Hace tiempo que me ocurre, pero tengo la sensación de ir a peor. ¿Quién será el verdadero yo? ¿Será el nítido? ¿Será el borroso? Puede que sea los dos a la vez, que se alterne mi apariencia dependiendo del lugar o la persona con quien esté.
Salgo de casa siendo el borroso pero en proceso de nitidez. En el ascensor ya vuelvo a ser totalmente nítido –eso dice el espejo- y ni me alegra ni me disgusta.
Aprovecho un semáforo en rojo para mirarme en el espejo retrovisor. Sólo cabe en él una parte de mi cara, pero para saber si continúo siendo claro o estoy borroso es suficiente. Clarísimo.
Y durante todo el día, siempre que me crucé con uno, me reconocí. En el trabajo, en el bar, contigo, con ellos. Siempre.
Hasta la mañana siguiente.
Sin toalla y mojado paso, paro y poso delante suyo. Cuanto más yo soy, menos me reconozco. Desnudo y sin desodorante soy una mancha color carne con toques negros aquí y allá. Creo que el agua caliente me quiere decir algo y no sé si le entiendo. En pleno proceso intelectual tú entras al baño. Es un consuelo que me hayas reconocido a pesar de mi estado borroso. Mientras me visto abres la ventana del baño. Es pequeña y está en la pared de la bañera, enfrente de la puerta. Te gusta ventilar la casa a primera hora, pero sueles esperar a que me vista. Debemos ir con retraso porque hoy no has esperado y siento frío. Sigo delante del espejo pero te miro a ti. Cuando sales de nuevo me das un beso en el brazo, cerca del hombro. Al girar la cabeza mi reflejo en el espejo es nítido. Sigo desnudo y sin aditivos, pero me reconozco. Tú tienes el antídoto. Gracias.